
Pudding de chía con nata de anacardos… y por qué los higos favorecen la digestión
Hola amores!
Ayer me regalé un desayuno de lo más especial. Un desayuno amable y mimoso para los sentidos, saludable, saciante, delicioso… un desayuno que estaba deseando compartir con vosotros!
Antes de ir directos a la receta, permitidme que os explique por qué he añadido higos a este desayuno. ¿Por qué mezclar una fruta acidificante con otros alimentos? ¿No hay que consumir la fruta de alto índice glucémico siempre entre horas y aislada de otras comidas? ¿No son demasiado ricos en azúcares los higos como para añadirlos a una dieta alcalinizante?
Supongo que son preguntas que surgen porque normalmente siempre insisto en no abusar de la fruta muy dulce y consumirla siempre sin mezclarla con otros alimentos.
Todo este tiempo investigando y ahondando profundamente en esta corriente alimenticia (dieta alcalina) me ha enseñado varias cosas importantes: La primera es que hay una delgada línea entre lo curativo y lo venenoso. Puede parecer exagerado, pero así es. Por ejemplo, una planta aromática como el perejil, en pequeñas dosis, nos aporta muchos beneficios, es rica en vitamina C, clorofila, minerales y otros nutrientes fabulosos para el cuerpo. Pero si abusamos del mismo también puede llegar a ser tóxico si somos un poco sensibles a sus efectos. La sabiduría monagal, así lo recoge en sus escritos.
Y la segunda es, que cada persona es biológicamente distinta, hay personas que metabolizan mejor los azúcares y personas que lo hacen con mayor dificultad. Ese es mi caso y, aunque desde mi punto de vista la dieta alcalina es una base perfecta para construir una dieta saludable, hay algo que va más allá de cualquier corriente alimenticia: el sentido común. Con ello quiero decir, que solo es necesario escuchar un poco a nuestro cuerpo, prestar atención a cómo nos sentimos tras ingerir determinados alimentos, intentar conectar nuestra mente y nuestro cuerpo, ya que por desgracia, con el ritmo frenético al que nos enfrentamos a diario, muchas veces uno y otro van por separado.
Recuerdo que años atrás, cuando todavía no había cambiado mi alimentación, tenía muchos bajones hipoglucémicos. Por entonces no sabía qué me sucedía, pero hoy, analizándolo desde la distancia, así lo entiendo. Recuerdo que un ratito después de desayunar, en ocasiones empezaba a temblar y a sudar, me mareaba… y yo, por falta de información, intentaba solucionarlo con un café pensando que venía causado por una bajada de tensión. Evidentemente, el café no era el remedio sino que solo lo empeoraba. Pero mi error venía causado por no tener la información adecuada.
Hace poco, hablando y reflexionando con Rosa López Monís, bióloga y autora del libro «La dieta bioalcalina» me percaté de que NUNCA he metabolizado bien los carbohidratos simples ni los dulces. Cada vez que «abusaba» de ellos, tenía los síntomas que comentaba más arriba, y Rosa me confirmó mis sospechas, eran hipoglucemias. Nada que ver con la tensión arterial.
(Por cierto y haciendo un paréntesis, tengo el placer de contar con la colaboración de Rosa en el Curso I de la Transición a la Dieta Alcalina. Los que vivís en Barcelona, no os lo podéis perder, porque Rosa realizará un análisis de plasma vivo en directo, donde podremos observar la sangre y sus dinámicas celulares, observando cómo influye lo que comemos, en la misma).
En fin, toda esta parrafada que os he soltado, en resumidas cuentas, es para que os deis cuenta de lo importante que es estar atentos a las señales de nuestro cuerpo. No hay nadie ni nada más sabio que él, porque con las herramientas adecuadas, él, mágicamente, sabe lo que tiene que hacer para regenerarse, recuperarse, sanar!
No hay dos personas iguales, así que la dieta alcalina es una guía, un comienzo que nos ayuda a ganar energía y a sentirnos bien, a fortalecer nuestro sistema inmunitario, a depurarnos… Y a veces, dependiendo de la persona, la delgada línea de la que hablaba más arriba, puede ser más o menos delgada. Así que te animo a que te observes durante la transición alimentaria. Y si necesitas ayuda, ya sabes que puedes contar conmigo para acompañarte durante el proceso mediante el coaching 🙂
Y centrándome en el tema de los higos, os cuento por qué los he añadido en este desayuno.
Los higos son una fruta muy dulce, sí, es cierto, pero también es cierto que tras el pudding de chía de la foto, me comí un par de trocitos de «brownie de azukis» una receta que he creado para el Curso I de la Transición a la Dieta Alcalina. Y os estaréis preguntando… ¿y qué tienen que ver los higos?
El higo es rico en ficina, una enzima que favorece la descomposición de las proteínas. Y todas las legumbres, incluidas las azuki son ricas en proteínas vegetales que en ocasiones cuestan un poquito de digerir. Añadir una fruta enzimática como los higos, potenciará la función digestiva. Es importante entender que una correcta digestión es tan importante como la comida que ingerimos porque en definitiva, TODOS los alimentos pueden generar fermentación si no digerimos bien. Y ello depende de cómo mastiquemos, cómo combinemos los alimentos y otros muchos factores que intervienen en el proceso. Así que, un buen truco cuando comemos legumbres es añadir una cantidad reducida de fruta con enzimas digestivas que tengan acción específica sobre el tipo de alimento que estamos ingiriendo.
Aclarado el tema de los higos ¡pasemos a la receta!
Para el pudding de chía:
- 1 T + 1/4 T de leche de almendras
- 1/4 T de semillas de chía
- 1 c de cardamomo
- 4 gotas de estevia líquida
Para la nata de anacardos:
- 2 T de anacardos, previamente remojados 1 hora
- 1/2 T de leche de almendras
- 8 gotitas de estevia
- 1 c de vainilla
Para el topping:
- 2 Higos frescos
- 1 C de harina de mezquite
Medidas:
- * T –> Taza
- * C –> Cucharada
- * c –> cucharita
Para el pudding de chía:
- Combinar la leche, la estevia y el cardamomo y mezclar bien. Yo lo batí todo junto para que la mezcla se integrase bien.
- Añadir las semillas de chía.
- Dejar reposar en la nevera al menos 3 horas. Yo suelo prepararlo por la noche, y guardo el pudding en la nevera. Por la mañana está perfecto y fresquito.
Para la nata de anacardos:
- Remojar los anacardos en agua alcalina durante al menos 1 hora.
- Descartar el agua de remojo y enjuagar.
- Verter los anacardos en la batidora junto con la estevia, la vainilla y la leche de almendras.
- Batir hasta obtener una cremosa textura de nata.
Montaje:
- Filetear los higos en láminas de 3 o 4 mm.
- Verter el pudding en vasitos.
- Añadir la nata de anacardos por encima.
- Espolvorear una cucharada de mezquite por encima.
- Decorar con unas cuantas rodajitas de higos.
- Disfrutar!
* Si te sobra nata, puedes guardarla en un recipiente hermético y congelarla. Para volverla a utilizar basta con descongelar y volver a batir.
2 respuestas
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Que maravilla de receta, sin duda la prepararé.
Pintaza! Se me hace la boca agua…
Por cierto , ahora que las mañanas ya están más fresquitas , alguna recomendación de un desayuno calentito?
Muchísimas gracias por tu gran ayuda.
Hola Liliana!
en invierno va muy bien acompañar los zumos y batidos verdes de infusiones calentitas, o leche de almendras.
Si sigues el blog, verás que voy dando ideas y también a través de Facebook e Instagram 😉
un abrazo, preciosa!